
El protagonista del film es un sujeto gris que vive una vida no menos gris en una ciudad de cajas de cartón propia del Momo de Michael Ende. Como si de un exponente de lo peor de la raza humana se tratara, este desagradable antihéroe ocupa sus días en una rutinaria repetición de viajes de su casa al bar y del bar a su casa, dejando patente su mezquindad siempre que puede. Pero un insólito apéndice aparece de la noche a la mañana en el cuerpo de nuestro hombre, un par de alas blancas que pasan a ser objeto de deseo de otros personajes pero que también acaban afectando a su oscuro corazón.
El director Bill Plympton opta por volver a los personajes mudos de sus mejores cortos. No le hacen falta diálogos para contar una historia a través del dibujo, es decir, el objetivo del cine de animación por antonomasia.
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